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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Ambientalismo sin rumbo

01 de julio de 2016

El ambientalismo de izquierdas es casi siempre un dispositivo para mantener vigencia política por vía de ignorar los avances sociales logrados por los gobiernos populares latinoamericanos en los últimos años. Es un aparejo compensatorio ante la impotencia en que esos sectores han quedado para reivindicar mejoras sociales, en tanto ellas efectivamente ya se han producido (si bien, obviamente, siempre podrían ser mayores).

Esto resultó muy evidente en un debate académico del que me tocó ser espectador esta semana, en la ciudad de Mendoza (Argentina). Allí llegó una encumbrada mujer que trabaja en ciencias sociales, reconocida desde hace años por su ataque permanente a lo que denomina extractivismo. En nombre de la defensa del ambiente, desconoció toda diferencia relevante entre el gobierno kirchnerista y el neoliberalismo de Macri, y minimizó la importancia de haber disminuido los índices de pobreza durante la administración anterior.

Flaco favor hacen los pretendidos defensores del ambientalismo a la defensa del ambiente, al absolutizar en nombre de esta cualquier otra dimensión de la realidad social. Sorprendentemente (y desde el pináculo de clase social al que pertenece esta académica en tanto intelectual), que se disminuya el número de pobres y que los que lo son tengan mejores condiciones le pareció obvio y sin importancia. Es que, según afirmó, “se mejoró la pobreza, pero no la desigualdad” -como si lo segundo tachara a lo primero, y como si no existieran aumentos de desigualdad asociados a aumentos de pobreza-; mientras el argumento para afirmar que la desigualdad no disminuyó fue que “el índice de Gini no es confiable” sin mostrar clara idea de qué otro índice cabe usar, y sin advertir que para otros gobiernos, con el mismo índice de Gini, los resultados eran de aumento de la desigualdad, no de disminución en 14 puntos, como sucedió durante el gobierno kirchnerista.

Mientras asistimos a un brutal proceso de demolición sobre el gobierno anterior por una entente judicial-mediático-gubernativa (apoyada obviamente por servicios de inteligencia), esta versión de ‘izquierda’ (???) toma por enemigo más al kirchnerismo que a la calamidad neoliberal en ciernes, la cual está aumentando la pobreza, la desocupación y la indigencia a raudales. Le importa más diferenciarse del kirchnerismo que combatir al macrismo, lo que desnuda la raíz intraacadémica de este ambientalismo, al preocuparse más por pelear con los académicos y universitarios kirchneristas que con el macrismo (casi por completo ausente en el ámbito de las ciencias sociales) y al secundarizar el desastre social que el nuevo gobierno está instalando, a la vez que no interesarse por reunir fuerzas con los partidarios del gobierno anterior para combatir la desastrosa situación presente.

El arcaísmo milenarista de ‘retorno al origen’ y la (fantasiosa) desaparición de los procesos industriales quedaron al desnudo cuando alguien preguntó a la académica sobre cuáles son las condiciones precisas, en lo material y político, para que un planteo como el suyo -que renuncia a la extracción de materias primas- se pueda realizar. Carraspeos y ataques de tos hicieron mella en la oradora, que solo atinó a seguir hablando mal del kirchnerismo -recurso usado hasta el hartazgo por el actual gobierno- sin poder dar razón alguna de la (inexistente) viabilidad efectiva de su planteo. El imaginario retorno a lo preindustrial -que de Marx no tiene ya siquiera algún rasgo lejano- quedó en evidencia a quien quisiera escucharlo, desnudando su completa imposibilidad. Toses, balbuceos y enérgicas invectivas contra los gobiernos que efectivamente han mejorado la situación de los sectores populares -con el de Correa explícitamente incluido- fueron la respuesta de la ambientalista arcaizante frente a la pregunta crucial a la que no supo responder. (O)

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