Nos cuentan que Leila ‘trabajaba’ en un almacén de alfombras cuyo dueño era Aladino; este local funcionaba en la ciudad de Quito. Políticos, periodistas, dirigentes de ONG, dirigentes de ciertas organizaciones sociales, dirigentes de militares en servicio pasivo, entre otros, ingresaban a ese lugar para recibir órdenes precisas. De vez en cuando Leila los embarcaba en la alfombra mágica y los trasladaba muy rápidamente a Washington, Miami, Nueva York o donde fuere necesario para -mediante conferencias ‘magistrales’- hablar mal de los gobiernos progresistas; para hablar mal (no faltaba más) del gobierno del presidente Rafael Correa. También hoy se sabe que, frotando la lámpara de aceite, aparecía el genio que le proporcionaba joyas y dinero a Leila, quien -a su vez- los entregaba a informantes y colaboradores.
Nos cuentan también que, una vez que Leila fue expulsada, tomó la posta Karen. Luego del reclutamiento, conseguía financiamiento para que los nuevos ‘colaboradores’ pongan a funcionar portales digitales con el exclusivo propósito de criticar a rajatabla al gobierno de la Revolución Ciudadana. Cuando Karen frota la lámpara, aparecen exquisitos platillos para degustar con los subalternos mientras les pide informes de sus acciones y les da nuevas órdenes; no hay que olvidar que la que paga, manda.
Hay fotografías y videos en el trabajo de investigación de Telesur, en donde se observa a algunos de estos oscuros personajes acompañados de funcionarios de la embajada estadounidense. Luego del almuerzo, y frente a la inesperada presencia de los periodistas, lo niegan todo. No es novedad. Están acostumbrados a mentir. Y lo seguirán haciendo.
Para que pueda cumplirse con el objetivo estratégico de colocar en Ecuador un gobierno neoliberal, se necesitan colaboradores internos. Para eso fueron creadas las Cámaras. Para eso están los partidos de derecha. Para colaborar con ese objetivo actúa el Partido Mediático Mercantil Ecuatoriano (PMME, por sus siglas en español). Para eso están ciertos políticos y sus partidos que dicen ser de izquierda, pero actúan en el mismo coro de la derecha. Para eso está la oligarquía financiera/especuladora. Para eso están todos quienes dicen defender la democracia, los derechos humanos y la libertad. Para eso están los títeres que se vendieron y ahora están bien ‘aceitados’.
Y así van desfilando en el reportaje varias gentes sin principios éticos. Los que trabajan para una potencia extranjera son traidores. Los que, siendo informantes, aspiran a alcanzar un cargo de elección popular son cínicos.
Hace 41 años fue publicado el libro Inside the Company: CIA Diary, cuyo autor fue el oficial de operaciones Philip Agee. En sus páginas se relatan varias acciones que modificaron la historia de Ecuador. Agee señala con nombres y apellidos a varios personajes que, en su momento, al ser descubiertos como informantes, pusieron el grito en el cielo.
Las lámparas de aceite han evolucionado: ahora son organizaciones que brindan generoso financiamiento para desestabilizar gobiernos soberanos. A los militantes de la oposición que aparecen en el reportaje de Telesur y cuya información es también difundida por EL TELÉGRAFO, no los une solamente su odio al presidente Correa; también los une su inmenso amor... al dinero. (O)